AL FILO DE LA NAVAJA
PASA SU mano hiriente el sol
con sus rayos sobando el filo
de la navaja,
así eres tu amor mío,
así maltratas mi regia poesía,
así me tienes,
entre el vértigo y la belleza,
entre la angustia y el alborozo.
Grita la
refrigeradora fría,
tan vacía como el alma
de los muertos vivientes;
-
¡andá trabajá imbécil, que esa
onda
no da de comer!-
y yo, queriendo llenar mi alma de versos
de rosas azures, envueltas en vestes que
agitan
y hacen danzar el alma.
Triste y azorado siento
la cuchilla de la navaja sobre la fuente
de mi canto, después de escuchar
tus bascosidades mañaneras,
la náusea.
Entre las tetas de Afrodita y el púbico
vello de Diana se enredan mis versos,
mientras la hielera, la morgue agrietada
de los cadáveres que aun caminan me
llama
me grita, como que si solo de pan
viviesen los hombres.
De vértigo en vértigo, entre el formón
que exuda óxidos de sangre
y la dionisíaca poza que efluvia ambrosíacos
vinos, donde se bañan las erinnias
envueltas
de tules y gasas púrpuras,
morados pensamientos divinos que me llaman
al banquete de los dioses.
No seas odiosa amor, toma tu bolsa de
diamantes y gemas prosaicas,
déjame bañarme de rayos multicolores
efervescentes y rubias champañas,
cantarle a las rosas, sentarme en mi
loto,
zambullirme en la poza azul , descubrir
tu ignota sinuosa silueta que invita al
placer,
déjame develar la musa olvidada que
brota de la nada
para que la luna refleje su belleza
desnuda como
glamorosa maja, esa que ya no dio tiempo
para que la pintase el fino pintor
español.
Basta ya de agonizarme, deja libre mi
espacio,
deja cantar en libertad a éste trovador,
deja que dance mi bailarín interior,
llévate lo que quieras,
toma lo que más quieras,
todas las concesiones que te di,
son más que suficientes,
déjame cantar con los pájaros en la
sinfonía
de mis amaneceres,
ya no quiero seguir viviendo al filo
de la navaja.
Abril,
2012