¿Prologuista yo? Pareciera que Lolito Morales me
encontró parecido con don Gregorio Marañón, don Gregorio no le negaba un
Prólogo a nadie, y por eso sus coétaneos le llamaron “don Prolegario”. Pues bien, Lolito me ha pedido le prologue su
poemario, no creí merecer el honor a semejante cometido, sentí era algo
superior a mi capacidad, pero, a medida que me engolfaba en la lectura de su
inspiración, mi estro se fue encendiendo y mi numen despertaba, y, ¡fiat lux!,
y la luz se hizo en mí, y una musa, no sé cuál de las nueve melodiosas guió mi
mano y he aquí el fruto.
En su “Poética”, Aristóteles recomienda al poeta a esforzarse
por suscitar “júbilo y placer estéticos”. Lolito lo consigue sin esfuerzo
alguno, pues es un poeta natural. Cervantes dice que el poeta natural, del
vientre de su madre sale poeta, y Lolito lo es.
El paladar es uno de los sentidos del tacto, y la naturaleza
me ha dotado de un paladar que cata de inmediato cuando una poesía está perlada
de ambrosía, como la hierba del campo de rocío en primaverales amaneceres.
En la poesía de Lolito encontramos amor, dolor, odio del
bueno, angustias, alegrías, acíbar, erotismo, cólera y dulzura. Es una caja de
Pandora que invita al escrutinio. Aborda la temática social echada al cajón del
olvido por los poetas etéreos, pero Lolito es terrícola, y como García Lorca,
el poeta mártir, “no puede trasladar su casa a las estrellas porque su cuerpo y
su alma se lo impiden”. Denuncia la miseria prohijada por el inhumano
utilitarismo, entona himnos libertarios, incita a la rebeldía, aconseja a la
juventud, predica el amor, ama la vida, detesta la muerte, su insurgencia es la
de un gladiador enfurecido. Odia la usura, lo malo, lo perverso, poetas como él
son una especie en extinción.
Es guerrero incansable contra las injusticias, Quijote sin
escudero, pero con la verdad como escudo y su palabra incandescente como lanza,
cabalga airoso sobre el Pegaso de sus volcánicas iras. Cid Campeador o Quijote,
da lo mismo, arremete contra moros y cristianos con su ígneo Verbo, sabe
perfectamente usar el Logos, la Palabra, su artillería, es pesada. Ante el
mutismo de los falsos poetas, el terrible alarido de Lolito clamando por
justicia, porque vuelva a reinar entre los hombres el amor ausente que cual ángel
bueno nos junte y nos envuelva con arrullos de paloma.
Yo consideraría a Lolito, y pido perdón por si exagero, émulo
de Carlos Martínez Rivas, y quizá sea él el primero en rechazar este parangón,
pues conozco su humildad y sencillez. “De todo lo escrito – dice Nietzsche – yo
amo solo aquello que alguien escribe con sangre. Escribe tú con sangre: y te
darás cuenta de que la sangre es espíritu”. Lolito Morales escribe con sangre.
Manuel
Aragón Buitrago
Managua 24 de Julio de 2012
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