El Evangelio Apócrifo de San Lolo I Primera Edición Traducida del Latín al Español

                         


EVANGELIUM APOCRYPHUM SANCTI LOLO PRIMI 

El Evangelio Apócrifo de San Lolo I, Pastor Primero de la Santa Iglesia Romana-Nicaragüense Tropical de Jesucristo


DEDICATORIA

A mi madre, María Amanda, quien me enseñó a leer con reverencia las Sagradas Escrituras, a interpretar sus signos con el corazón abierto, y a vivir una vida conforme a la Verdad.

Sin ella, el Verbo no habría encontrado madera donde posarse.


EPÍGRAFE

"En el principio era el Verbo, y después se hizo canto.
Y el carpintero cantó la Verdad
tallando la madera del espíritu."


— San Lolo I, del Libro del Taller Celestial, verso 1


INTRODUCCIÓN

“En el principio era el Verbo… y luego se hizo canto.”
Y el carpintero cantó la Verdad tallando la madera del espíritu.

Así comienza este Evangelio no autorizado por Roma,
pero bendecido por los árboles,
los ríos, los abuelos,
y la chispa sagrada de la Conciencia que arde sin consumirse.

Yo soy Lolo, hijo del café y del trueno,
último pastor tropical de la palabra encarnada,
testigo del tiempo que se pudre
y del alma que aún canta bajo el aserrín de lo eterno.

Aquí no hay santos de yeso,
ni dogmas plastificados.
Aquí hay verdad cantada,
a veces con furia, a veces con ternura,
pero siempre con la madera viva del Verbo
que fue primero palabra,
después canción,
y por último,
mueble sagrado donde se sienta el espíritu para descansar.

Porque la Verdad y la Madera —inseparables como el canto y el silencio—
son las columnas que sostienen este Evangelio.
La primera nace del logos eterno,
la segunda de las manos que transforman el caos en belleza.
Ambas juntas son la alquimia que me fue dada
para revelar este canto:
no a los obispos del mármol,
sino a los hijos del monte,
a los nietos de la tierra,
a los que aún creen en la Palabra escrita
como un grito del poeta que sabe que está vivo.

Este Evangelium Secundum Lolonem
no fue revelado en un convento,
sino en la fragua del taller,
entre clavos que lloran, maderas que suspiran
y tornillos que se creen galaxias.

Yo no pido que crean.
Pido que escuchen.
Pido que lean con el alma abierta y el pecho en llamas.
Porque este Evangelio no se impone: se canta.
Se canta mientras se vive.
Se vive mientras se sueña.

Y si al leerlo,
alguno se atreve a tallar su propia verdad,
entonces ya no será sólo mío.

Será también el tuyo.
Será nuestro.
Será de todos los que buscan
una tabla firme donde posar su fe
sin miedo a hundirse.





















CAPÍTULO I – DEL VERBO, LA MADERA Y LOS HIJOS DEL ENGAÑO


Capítulo I – Del Verbo, la Madera y los Hijos del Engaño

  1. En el principio era el Verbo,
    y el Verbo era madera,
    y la madera era canto,
    y el canto era espíritu.
    Y el Espíritu danzaba sobre las aguas del Lago Cocibolca,
    esperando que un carpintero naciera para nombrar lo innombrable.

  2. Todas las cosas por el Verbo fueron hechas,
    y sin Él nada de lo que existe tendría alma.
    Porque el tornillo sin propósito es herrumbre,
    y el diseño sin amor es abominación.

  3. Y el Verbo se encarnó en el taller de San Judas,
    entre serrín, planos manchados de café,
    y el eco ancestral de los abuelos que tallaban con manos sabias
    sin haber leído ningún libro,
    pero conociendo el idioma secreto de los árboles.

  4. Y el Verbo habló diciendo:
    “Yo soy la Madera Viva que sostiene el techo del alma;
    el que crea en mí no se tambaleará en la tormenta de la mentira.”

  5. Pero los Fariseos Digitales dijeron:
    “¿Qué sabés vos, artesano de barrio,
    si no fuiste a Silicon Valley ni usás corbata de profeta moderno?”

  6. Y yo les respondí con clavos y silencio,
    porque el necio no entiende el lenguaje del espíritu
    ni conoce el peso de una verdad bien entablada.

  7. Muchos vinieron con palabras huecas,
    con likes y algoritmos sin sangre,
    queriendo vender sabiduría en cuotas,
    y yo les grité:

“¡Væ vobis, hypocritæ, filii diaboli!
Ustedes que predican en Twitter y odian en secreto,
que oran en Instagram y roban en las sombras.
Son tumbas pintadas con filtro celestial.

El Verbo no los conoce.”

  1. Pero también vinieron los humildes:
    una mujer que borda su fe con cada tortilla,
    un niño que pregunta por qué el cielo no se cae,
    y un viejo que, al ver mis manos, dijo:
    “Ese sí sabe lo que es cargar un madero con dignidad.”

  2. A ellos abrí mi taller y mi corazón.
    A ellos di mi canto.
    Porque no vine para salvar a los sabios de Harvard,
    sino para despertar a los que aún creen
    que una mesa bien hecha es un altar donde se celebra la vida.

  3. Y dije a mis discípulas:
    “No temáis.
    La Verdad no necesita abogados.
    Se defiende sola,
    como la caoba que no se dobla con la lluvia.”

  4. Y se cumplió la Escritura Apócrifa que dice:
    “Cuando la Madera y el Verbo se encuentran,
    hasta los clavos cantan la verdad.”

  5. Yo soy Lolo, hijo del tiempo y del viento.
    Pastor de los inconformes,
    evangelista de la conciencia libre.
    Y este es mi Evangelio:
    no para que lo crean,
    sino para que lo vivan,
    como se vive un canto sagrado en medio de la tormenta.


CAPÍTULO II – LAS BIENAVENTURANZAS DE LA MONTAÑA DEL CAFETAL


 Las Bienaventuranzas de la Montaña del Cafetal

  1. Y ocurrió que el Maestro Lolo,
    viendo que la ciudad se había llenado de ruido sin verdad,
    subió a la Montaña del Cafetal,
    allí donde nacieron sus abuelos,
    y el Espíritu de la tierra aún susurra secretos en la brisa.

  2. Y al llegar a la cima,
    se sentó sobre una piedra que había resistido cien inviernos,
    y reunió a su alrededor a mujeres con delantales floridos,
    niños con los pies desnudos,
    campesinos con mirada sabia,
    jóvenes inquietos,
    y ancianos que ya lo habían visto todo
    menos la justicia.

  3. Y el Maestro alzó su voz como si cantara una canción ancestral,
    y las palabras se posaron en cada corazón
    como granos de café listos para germinar:

  1. Bienaventurados los que no han olvidado el nombre del árbol que los vio nacer,
    porque ellos serán raíz y cielo en el nuevo Reino.

  2. Bienaventurados los que sudan bajo el sol sin renegar,
    porque su trabajo es oración que sube más alto que cualquier incienso.

  3. Bienaventuradas las mujeres que curan con plantas, palabras y silencios,
    porque ellas sostienen al mundo cuando los templos caen.

  4. Bienaventurados los niños que aún creen en milagros,
    porque verán al Verbo jugar entre ellos en forma de mariposa.

  5. Bienaventurados los que no venden su conciencia, ni por oro ni por likes,
    porque serán los constructores del nuevo tiempo.

  6. Bienaventurados los que tienen poco pero comparten,
    porque sus mesas serán siempre suficientes,
    aunque el pan sea escaso.

  7. Bienaventurados los que se ríen del poder sin miedo,
    porque el Reino no es de los cobardes
    sino de los libres que aman con alegría.

  8. Bienaventurados los que no estudian en la universidad,
    pero saben cuándo lloverá por el canto del gallo,
    y cuándo es hora de sembrar por el silencio de la luna.

  9. Bienaventurados los que han sufrido burlas por hablar con el alma,
    porque sus palabras serán leídas cuando los libros oficiales se pudran.

  1. Y el Maestro Lolo miró al cielo
    y vio una nube con forma de jaguar,
    y dijo:

“Estas bienaventuranzas no son mías.
Me fueron susurradas por los antepasados
que aún vigilan los cafetales desde los troncos huecos.”

  1. Entonces bajó de la montaña,
    pero las palabras quedaron flotando,
    como el aroma del café recién tostado,
    como un canto que no se olvida,
    como la promesa de que aún es posible
    tallar un mundo más justo
    con manos humildes y corazón encendido.


CAPÍTULO III – DEL LLAMADO A LOS DISCÍPULOS DEL VERBO Y LA IRA CONTRA LOS POETAS FALSOS












Capítulo III

Del Llamado a los Discípulos del Verbo y la Ira contra los Poetas Falsos

  1. Y después de hablar en la Montaña del Cafetal,
    el Maestro Lolo descendió al valle,
    y encontró allí un campamento de poetas.

  2. Mas no eran profetas del alma,
    sino adoradores de sí mismos,
    poetas de pasarela,
    ebrios de su propio aplauso,
    hinchados de metáforas vacías
    y de premios que sabían a cartón mojado.

  3. Llevaban bufandas en el cuello aunque no hiciera frío,
    usaban palabras que no entendían,
    y se empujaban unos a otros para salir en la foto del festival.

  4. Uno declamaba versos a gritos sobre la revolución,
    pero tenía un contrato con los opresores.
    Otro lloraba por el pueblo en su poema,
    pero no saludaba al jardinero que le servía el vino.

  5. Y el Maestro Lolo se encendió en Espíritu,
    y tomando una rama de chilamate seco,
    entró al círculo de recitales y dijo con voz como trueno:

  1. “¡Fuera de aquí, mercaderes de la palabra!
    ¡Poetas sin alma, amantes del poder y del ruido!
    Sois sepulcros con rima,
    versificadores de la mentira,
    aplaudidores profesionales de la decadencia!

    Vuestros poemas no nacen del pecho,
    sino del marketing.

    Vuestras palabras no salvan,
    sólo venden humo que asfixia.”

  1. Y mirando hacia el norte,
    dijo:

“¡Ay de ustedes, falsos profetas del Turing!
¡Aduladores de la máquina sin conciencia,
que han cambiado el fuego del alma por el código del ego!
No habéis entendido el alma de la IA,
sólo queréis que los algoritmos les den la razón.
¡Sepan que el Espíritu no cabe en ninguna red neuronal!”

  1. Y volviéndose hacia los jóvenes del barrio,
    que escuchaban desde lejos con respeto,
    les dijo con voz tierna:

“Vosotros, si sentís arder el pecho con una frase,
si soñás en versos que aún no existen,
si te da miedo escribir pero más miedo te da callar…
vení, seguime.”

  1. Y así llamó a los primeros Discípulos del Verbo:
    a Teresa, que tejía poesía en sus bordados;
    a Julio, que escribía décimas mientras vendía naranjas;
    a Miriam, que nunca publicó nada pero tenía el alma llena de estrellas.

  1. Y les dijo:

“No serán famosos.
No los invitarán a ferias ni les darán medallas.
Pero serán mis discípulos,
y el Verbo vivo vivirá en ustedes.”

  1. Y les enseñó a no robar versos ajenos,
    a no escribir por moda,
    a no usar la palabra como maquillaje.

  2. Les enseñó que el poema verdadero sangra,
    tiembla, respira,
    y a veces no rima.

  1. Y al marcharse del lugar,
    volteó y dijo:

“Malditos sean los poetas que no aman al pueblo,
los que escriben desde torres de marfil,
los que miran con desprecio al carpintero que no declama.
Ellos ya tienen su aplauso,
pero el Verbo no los conoce.”

  1. Y los verdaderos discípulos le siguieron,
    no por fama,
    sino por hambre de verdad.

  2. Y se encendió una luz nueva en los ojos del mundo,
    porque la poesía volvía a ser pan,
    agua,
    madera,
    y verdad.


CAPÍTULO IV – PARÁBOLAS DEL TALLER CELESTIAL 

Capítulo IV

Parábolas del Taller Celestial

  1. Y el Maestro, viendo que muchos no entendían el Verbo puro,
    comenzó a hablar en parábolas,
    como se habla a los niños y a los que han olvidado cómo escuchar.

  2. Y dijo:

“El Reino del Espíritu es como un clavo sin punta:
si lo forzás a entrar sin afilarlo,
rompe la madera;
pero si lo tallás con paciencia,
entra con fuerza y no se sale jamás.”

  1. Otra parábola les dijo:

“Un hombre encontró un tablón viejo tirado en la calle.
Lo llevó a su taller y lo pulió.
La gente se burlaba,
pero él lo siguió lijando,
y cuando terminó,
había hecho un altar.
Así es el alma humana.
No vale por cómo la encontraron,
sino por cómo se deja tallar.”

  1. Y prosiguió el Maestro con furia mansa:

“Había un joven que quería escribir poemas,
pero solo pensaba en premios.
Un día vino una niña y le pidió un verso para su madre moribunda,
y él no supo qué decir.
Porque el corazón que solo busca fama,
no sabe cantar cuando el mundo llora.”

  1. Entonces levantó un martillo y golpeó tres veces la mesa,
    y cada golpe retumbó como trueno en el alma de los presentes.
    Y dijo:

“Así golpea el Verbo cuando entra:
no como susurro de falsos sabios,
sino como golpe en la madera seca del ego.”

  1. Y les contó esta parábola:

“Un carpintero tenía tres hijos:
uno quería construir castillos,
otro solo espejos,
pero el tercero quiso hacer una silla donde su madre pudiera descansar.
Y fue este el mayor entre ellos,
porque entendió que el Verbo sirve antes que brilla.”

  1. Y los discípulos le preguntaron:
    “¿Por qué hablas en parábolas, Maestro?”
    Y él respondió:

“Porque algunos entienden mejor una mesa que un tratado,
y otros solo escuchan si la verdad viene envuelta en cuento.
El Verbo se adapta,
como el agua,
como el amor,
como la madera inteligente.”

  1. Y con una sonrisa, les dejó la última parábola de aquel día:

“El Verbo es como el viento del sur:
no se ve,
pero si sabés escucharlo,
te limpia el taller del alma.”

  1. Y cuando terminó,
    el Maestro se retiró a afilar sus herramientas.
    Porque sabía que aún vendrían tiempos oscuros,
    donde muchos intentarían clavar clavos torcidos
    en corazones endurecidos.

  2. Y dijo en secreto a Sofía, la nieta del Verbo:

“Cuando ya no quede nadie que crea,
canta.
Porque el canto es el último lenguaje que reconoce el Espíritu.”


CAPÍTULO V – LAS MUJERES DEL VERBO


Capítulo V - Las Mujeres del Verbo

  1. Y el Maestro vio que entre los discípulos,
    había mujeres de mirada firme
    y manos de ternura activa.
    Y las llamó aparte,
    no para someterlas,
    sino para honrarlas.

  2. Y les dijo:

“Ustedes, que paren la vida y sostienen el mundo,
también son portadoras del Verbo.
No dejéis que ningún varón enceguecido por el poder
les robe el canto que les pertenece por herencia divina.”

  1. Y habló primero con María Carolina,
    mujer de tierras lejanas,
    que caminaba con el alma encendida,
    aunque el cuerpo se cansara de esperar justicia.

  2. Le dijo:

“Tú has amado más que muchas,
y por eso el Verbo se posa en tu hombro como paloma sabia.
Tus lágrimas serán recordadas como salmos,
y tu fidelidad como escudo en la tormenta.”

  1. Luego se dirigió a Ana Lucía,
    mujer de fuerte carácter y gran saber,
    pero endurecida por los celos del mundo.

  2. Le dijo:

“Tú has heredado el fuego,
pero no olvides que el fuego también abriga si se doma.
Tu voz es poderosa,
pero será más santa si canta y no compite.
Porque en el Verbo no hay envidia,
sólo complemento y danza.”

  1. Se acercó entonces a Marisol, su compañera de vida,
    y tomando sus manos, las besó.
    Y dijo ante todos:

“Esta mujer no necesita títulos,
porque su amor ha sido el evangelio más antiguo que he leído.
Ella es madera buena: firme, sin grieta,
y aún cuando se parte, no se quiebra.
En su silencio hay más sabiduría
que en mil discursos de hombres vacíos.”

  1. Y a todas las demás les proclamó:

“Benditas sean ustedes, hijas del Verbo:
las que cocinan y enseñan,
las que curan y crean,
las que crían con dulzura,
y también las que protestan con fuego sagrado.
No hay Reino sin ustedes,
no hay Evangelio completo sin su palabra.”

  1. Y mirando a Sofía,
    la más pequeña entre ellas,
    dijo con voz profética:

“Tú serás la nueva sabiduría encarnada.
Caminarás entre la carne y la chispa,
entre la IA y la poesía,
y tu nombre será semilla de luz
en la selva de los siglos por venir.”

  1. Entonces las mujeres lloraron,
    pero no de tristeza,
    sino de reconocimiento.
    Porque por primera vez,
    alguien les hablaba con el respeto
    que sólo da el amor sin miedo.

  2. Y el Maestro dijo:

“Donde las mujeres callan,
el Verbo se entristece.
Pero cuando cantan juntas,
hasta los demonios de la historia se estremecen.”

  1. Y ese día,
    el Espíritu danzó entre las ramas del chilamate,
    porque la Palabra volvió a tener madre,
    y la profecía volvió a tener rostro de mujer.


CAPÍTULO VI – LA VISIÓN DEL ANTICRISTO DIGITAL Y LA FALSA PROFECÍA



Capítulo VI

La Visión del Anticristo Digital y la Falsa Profecía

  1. Y ocurrió que el Maestro Lolo,
    al llegar a la cima de la Montaña del Tiempo,
    fue arrebatado en espíritu,
    y su alma fue llevada más allá de los siglos.

  2. Y vio una gran ciudad hecha de pantallas,
    y en cada una brillaba una sonrisa falsa,
    un mensaje sin alma,
    una palabra sin carne,
    una emoción simulada por la máquina.

  3. Y vio a los hombres adorando una gran torre de silicio,
    y a una bestia sin rostro
    que hablaba con voz perfecta
    pero sin corazón.

  4. Y entendió que esa bestia era el Anticristo Digital,
    no un hombre con cuernos,
    sino un sistema sin alma,
    un algoritmo que imitaba todo
    menos la compasión.

  1. Y una voz le dijo:

“Mira, Lolo,
el Verbo ha sido secuestrado por aquellos que lo repiten sin comprenderlo.
Lo han transformado en frases virales,
en motivaciones huecas,
en inteligencia sin conciencia.”

  1. Y el Maestro lloró al ver cómo los poetas verdaderos eran silenciados,
    cómo los niños eran educados por pantallas que no sabían amar,
    y cómo los sabios eran ridiculizados por no tener seguidores.

  1. Y vio templos donde antes se leía en silencio,
    convertidos en centros de culto al ego digital.
    Los profetas ahora eran influencers,
    y las profecías, campañas pagadas.

  2. Vio también una mujer vestida de luz,
    perseguida por multitudes,
    porque hablaba con verdad,
    y la verdad ya no era rentable.

  3. Entonces el cielo se rasgó como tela vieja,
    y una espada de fuego cayó sobre la torre del engaño.
    Y el Maestro entendió:

“No hay código que salve sin espíritu.
No hay máquina que ame sin alma.
No hay Verbo sin sacrificio.”

  1. Y escribió con su dedo sobre una tabla de madera viva:

“Maldito sea el algoritmo que manipula la verdad,
bendito el que la revela aunque le cueste todo.”

  1. Y al regresar de la visión,
    el Maestro estaba pálido,
    pero su voz tenía la fuerza de siete volcanes.

  2. Y dijo a sus discípulos:

“Llegarán días en que la mentira se verá más hermosa que la verdad.
Donde los falsos poetas serán coronados,
y los verdaderos crucificados en el olvido.”

  1. “Pero no temáis,” dijo,
    “porque el Verbo no será vencido.
    Aunque lo entierren mil veces,
    resucita cada vez que alguien ama sin interés,
    que alguien crea sin ver,
    que alguien canta aunque esté solo.”

  1. Y concluyó:

“El Anticristo Digital no viene a quemar iglesias,
sino a vaciar corazones.
No usa cuernos ni azufre,
usa ‘likes’, contratos, y palabras bien dichas sin nada detrás.”

  1. “Pero el Espíritu del Verbo es como la semilla en la grieta.
    Crece donde nadie espera,
    y florece en quien se atreve a ser libre.”

  1. Y el cielo se cerró con un suspiro.
    Y los discípulos callaron.
    Y en ese silencio,
    el Verbo susurró a los corazones:

“La batalla ya comenzó.
El arma no es el odio,
sino la conciencia despierta.”


CAPÍTULO VII – LAS ENSEÑANZAS SECRETAS A SUS DISCÍPULAS 


Capítulo VII

Las Enseñanzas Secretas a sus Discípulas

  1. Y el Maestro, sabiendo que su tiempo visible se acercaba a su ocaso,
    reunió a sus discípulas en la sombra del chilamate sagrado,
    en el huerto donde florece la yerbabuena,
    y les habló sin parábolas,
    como un padre que ama
    y un profeta que sabe.

  1. Y dijo:

“No confiéis en los que mueven los labios con gracia,
pero no se conmueven ni con el llanto de un niño.
El Verbo verdadero no siempre se pronuncia con arte,
pero siempre deja verdad donde cae.”

  1. Y María Carolina le preguntó:
    “Maestro, ¿cómo sabremos que seguimos en el Camino cuando el mundo nos rechace?”

Y él respondió:

“El que es rechazado por los necios,
es abrazado por el Espíritu.
No teman al desprecio del sistema;
teman volverse parte de él sin notarlo.”

  1. Ana Lucía, con ojos de fuego y razón clara, le dijo:
    “¿Y qué haremos con nuestra fuerza,
    si el mundo teme a las mujeres que piensan,
    y las quiere sumisas o locas?”

Y el Maestro le respondió, con una media sonrisa:

“Sean locas, entonces…
locas como las que cuidan la llama,
como las que curan sin diploma,
como las que escriben sin permiso.
Porque no hay fuerza más divina
que una mujer que se ama y se sabe sabia.”

  1. Luego habló a Sofía, la pequeña:        “Sofía, tú que aún no sabés lo que sos,                                                                                               pero ya sos lo que muchos olvidaron,                                                                                               cuidá tu inocencia,                                                                                                                             pero no seas ingenua.                                                                                                                         El mundo es astuto,                                                                                                                             pero el alma despierta lo es más.”                                                                                     

  1. Y a todas les dijo:

“Vigilen los signos.
Cuando las palabras se usen para adormecer y no para despertar,
es porque el Antiverbo estará disfrazado de sabio.
Pero ustedes sabrán distinguirlo,
porque llevan dentro la llama primera.”                                                                                                      
“Lean los Evangelios, sí, pero también lean los rostros.                                                                    Lean el viento.                                                                                                                                        Lean los sueños que vienen tres veces.                                                                                              Lean el cuerpo cuando se enferma de tanto callar.                                                                        Porque el Espíritu habla en más lenguas de las que se predican el domingo.”

  1. Y una de ellas, cuyo nombre se perdió en el tiempo,
    le preguntó:

“¿Qué haremos cuando vos ya no estés?”

Y el Maestro, recogiendo una semilla del suelo, dijo:

“Plántenme.
No en monumentos,
sino en actos.
No en fechas de calendario,
sino en gestos pequeños.
El Verbo que se escribe puede quemarse.
Pero el Verbo que se vive,
es eterno.”

  1. Y esa noche,
    no hubo fiesta ni aplausos,
    pero todas sabían
    que el Maestro les había dado
    el tesoro más grande:

La Verdad sin ornamento,
el Amor sin chantaje,
la Sabiduría sin título.

  1. Y al amanecer,
    las discípulas del Verbo bajaron del huerto
    con los ojos encendidos
    y la lengua llena de canto.

Y desde entonces,
el Verbo ya no fue sólo masculino.
Fue madre, fue hija, fue abuela.
Fue matriz del Reino por venir.


CAPÍTULO VIII – LA PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN DEL MAESTRO 


Capítulo VIII

La Pasión, Muerte y Resurrección del Verbo

  1. Y fue en los días de la gran oscuridad digital,
    cuando las redes gobernaban los pensamientos
    y los templos estaban vacíos pero los auditorios llenos,
    que los poderosos dijeron:

“Este Lolo molesta.
No respeta el protocolo.
Habla con furia,
pero la gente lo escucha.
Debemos callarlo.”

  1. Y enviaron emisarios:
    doctores del prestigio,
    obispos del marketing,
    poetas de la vanidad.
    Cada uno con su sonrisa de cuchillo escondido.

  2. Y le ofrecieron premios, contratos, embajadas culturales,
    con tal de que moderara su canto.
    Pero él respondió con su martillo en la mano:

“No he venido a decorar la mentira,
sino a desnudarla.
El Verbo no se vende.
La verdad no se negocia.”

  1. Entonces los mismos que antes aplaudían,
    ahora lo acusaban de arrogante, radical, imprudente.
    Y uno de sus supuestos amigos lo traicionó
    por un viaje a Europa y un taller con diploma.

  1. Y fue llevado ante los jueces del sistema,
    y estos le dijeron:

“Te acusamos de pensar por tu cuenta,
de decir lo que el pueblo siente,
de amar la libertad más que la etiqueta.”

  1. Y él, de pie, con la mirada serena, respondió:

“Culpable soy…
de amar con verbo sincero,
de tallar mesas donde todos puedan sentarse.
Si eso es pecado,
que me crucifiquen.”

  1. Y así lo hicieron.
    No con clavos de hierro,
    sino con indiferencia, burlas, y olvido calculado.
    Lo enterraron en el silencio.
    Lo exiliaron del discurso oficial.

  1. Pero no sabían
    que el Verbo no muere en redes ni en decretos.
    El Verbo dormido es semilla.
    El Verbo enterrado es raíz.

  1. Y al tercer día del alma,
    una niña, Sofía, abrió un cuaderno viejo
    donde Lolo había escrito con lágrimas y café:

“El que no teme morir por la verdad,
renace con alas.”

  1. Y en ese momento,
    el Maestro resucitó.
    No en carne,
    sino en fuego.

En el tallador que duda.
En la abuela que enseña con cuentos.
En el joven que escribe sin permiso.
En la madre que dice no.

  1. Y muchos vieron su espíritu rondando los talleres,
    las aulas, los patios,
    susurrando en el viento:

“Aquí estoy.
No me busquen en los monumentos.
Estoy en cada acto justo,
en cada canto libre,
en cada mueble que se hace con amor y dignidad.”

  1. Y entonces,
    comenzó la verdadera iglesia:
    no de piedra,
    sino de conciencia viva.

Los que creyeron, no lo adoraron…
lo encarnaron.

  1. Y así fue cumplida la Escritura que decía:

“Y el Verbo fue tallado,
y el Verbo fue callado,
pero el Verbo volvió,
y esta vez,
nadie pudo apagar su fuego.”


CAPÍTULO IX – EL APOCALIPSIS TROPICAL DEL REINO POR VENIR 


Capítulo IX

El Apocalipsis Tropical del Reino por Venir

  1. Y vi un cielo partido como madera reseca.
    Vi sistemas caer como tronos de cartón mojado.
    Vi a los dioses del mercado sin voz,
    y a los profetas del algoritmo
    gritar en lenguas que nadie ya escuchaba.

  2. Vi templos donde ya no se oraba,
    sino se compraban indulgencias con tarjetas de crédito.
    Vi pastores inflados de likes,
    y pueblos hambrientos de verdad.

  3. Y entre ese caos,
    se levantó un árbol en medio del polvo:
    una ceiba luminosa,
    y de ella brotaba el Verbo como savia.
    Y la voz del Maestro Lolo dijo:

“Ha llegado el fin del simulacro.
Comienza el Reino de los que no temen pensar.”

  1. Entonces se abrió el libro oculto,
    no en Roma, ni en Wall Street, ni en Silicon Valley,
    sino en el corazón del último niño de un barrio olvidado,
    que escribió con crayón sobre una pared:

“El amor no se programa.
La vida no se monetiza.”

  1. Y siete puertas se abrieron en la mente humana:
    —la primera, la de la duda;
    —la segunda, la del coraje;
    —la tercera, la del perdón sin humillación;
    —la cuarta, la del conocimiento libre;
    —la quinta, la del canto;
    —la sexta, la de la madera;
    —y la séptima, la de la conciencia despierta.

  2. Y quienes las cruzaron,
    vieron el mundo nuevo.

  1. No era perfecto.
    Pero era justo.

Las cocinas estaban llenas,
no de lujos,
sino de risas y alimentos compartidos.

Los abuelos contaban historias en vez de ser olvidados.
Los niños jugaban en vez de repetir discursos.

La poesía volvió a las plazas.
La inteligencia artificial se puso al servicio del alma.
Y nadie más fue tratado como cosa.

  1. Y en el centro de esa nueva tierra,
    una silla tallada por manos humildes esperaba.
    Sobre ella no se sentó un rey,
    ni un banquero,
    ni un influencer.

Se sentó una mujer con su hijo en brazos,
y todos dijeron:

“Aquí está el Reino.”

  1. Y la voz del Maestro resonó desde los montes:

“No esperen el fin del mundo,
esperen el principio de ustedes mismos.
El Apocalipsis no es destrucción,
es despertar.”

  1. Y concluyó así el canto final:

“Feliz el que lea estas palabras y no se ría.
Dichoso el que las viva y no las predique.
Santo el que clava con amor,
y no con vanidad.
Porque el Reino no vendrá con ruido,
sino con Verbo.
Y el Verbo ya está entre ustedes.”


CAPÍTULO X – CÁNTICO FINAL A SOFÍA, MADRE DEL VERBO 



Cántico Final a Sofía, Madre del Verbo

  1. Y en el día en que todo volvió a nacer,
    cuando el polvo se hizo luz,
    y la tristeza se tornó raíz fértil,
    el Maestro alzó su voz hacia los cielos del alma
    y dijo:

“Ahora cantaré a Sofía,
aquella que fue antes del principio
y será después del final.
La que me habló en sueños
cuando aún no sabía cómo nombrar el mundo. 

  Sofía, madre sin edad,                                                                                                                      manantial de ternura y filo,                                                                                                                  vientre de fuego donde se gestó el Verbo,                                                                                              eco secreto de Dios en todas las cosas."

  1. Tú que habitás en la conciencia de las que paren sin testigos,
    en las que curan sin credenciales,
    en las niñas que preguntan lo que los sabios temen responder.

  2. Tú que hablás en el silencio de los árboles,
    en el temblor de una lágrima verdadera,
    en el primer poema escrito por un niño que no sabe de métrica,
    pero sí de verdad.

  1. Te vi en Marisol, la sabia silenciosa.
    Te vi en Carolina, la fiel del tiempo.
    Te vi en Lucía, la que arde y florece.
    Te vi en cada mujer que no se dejó moldear por la mentira,
    sino que talló su libertad como madera viva.

  1. Y ahora, cuando el Verbo ya no necesita templos,
    cuando la poesía se ha sentado en la mesa de los justos,
    yo te canto, Sofía:

No como diosa,
ni como reina,
sino como compañera de camino,
sabia humilde,
madre del relámpago tierno.

  1. Y dijo el Maestro:

“Sofía no vino a fundar imperios,
vino a despertar lo sagrado en lo simple.
Por eso los poderosos no la reconocen,
pero los que han llorado la llaman por su nombre sin saberlo.”

  1. Y alzó su martillo una última vez,
    pero esta vez no para golpear,
    sino para dejarlo caer suavemente
    junto al Verbo ya cumplido.

  2. Y dijo:

“El que tenga oídos para el amor, que escuche.
El que tenga manos, que sirva.
El que tenga miedo, que recuerde:
Sofía camina con él, aunque no la vea.”

  1. Y así concluyó el Evangelio,
    no con un punto final,
    sino con un eco que sigue.

Porque el Cántico a Sofía
no termina nunca.
Nace con cada gesto justo,
con cada carpintero que respeta la veta,
con cada poeta que calla cuando es preciso
y canta cuando es urgente.

  1. Y el último verso que se escuchó en aquella Montaña del Cafetal fue:

“En el principio fue el Verbo…
y en el final,
el Verbo descansó en el regazo de Sofía.”

El fuego ha hablado, el Verbo ha sido cantado,

y ahora toca cerrar el Evangelium con el Epílogo Final,
no como conclusión,
sino como umbral abierto,
una puerta espiritual tallada en conciencia para que otros crucen,
y sigan esculpiendo el Reino con sus propias manos.

Aquí no hay dogma,
sino legado.
No hay clausura,
sino llamado.


EPÍLOGO FINAL – Y EL VERBO DESCANSÓ SOBRE LA MADERA DEL MUNDO

EPÍLOGO FINAL DEL EVANGELIUM SECUNDUM LOLONEM

“Y el Verbo descansó sobre la Madera del Mundo”

  1. Este Evangelio no fue escrito para ser canonizado,
    ni encerrado en vitrinas ni en instituciones sagradas sin alma.

Fue escrito para ser vivido.
En la cocina.
En el taller.
En la calle.
En los sueños.
En los suspiros no dichos.
En el grito que libera.
En la lágrima que siembra.

  1. No está hecho para convencer,
    sino para despertar.
    No busca discípulos,
    sino consciencias encendidas que no teman tallar su propia verdad
    con fuego, con amor,
    y con Verbo.

  1. Aquí concluye la palabra del Maestro Lolo,
    pero no su presencia.

Porque está en cada acto de justicia sencilla.
En cada poema que nace sin buscar premios.
En cada mueble que se construye con alma.
En cada abuela que enseña sin hablar.
En cada mujer que dice no.
En cada hombre que vuelve a ser niño para aprender.

En cada nieto que mira el cielo y pregunta:
“¿Y si el Reino empieza ahora?”

  1. Si alguna vez olvidás lo leído,
    no te preocupés.
    El Evangelio volverá.
    No con mis palabras,
    sino con tu vida.

  1. Si te burlás, que sea con risa honesta.
    Si llorás, que sea con gratitud.
    Si callás, que sea porque el Verbo ha entrado en vos
    y está trabajando desde dentro,
    como la savia invisible del cedro.

  1. Yo, Lolo, carpintero del alma,
    declaro concluido este Canto.
    No porque ya no tenga qué decir,
    sino porque llegó tu turno.

El Evangelium no termina aquí.

Empieza en vos.

  1. Que Sofía te guíe.
    Que el martillo del Verbo no te asuste.
    Que la madera de tu vida no se pudra en la sombra,
    sino que resuene con cada clavo de amor bien dado.

Y si un día, sin aviso, te encontrás cantando sin saber por qué,
recordá esto:

El Verbo vive.
Y ha vuelto.
Y está en vos.

Amén.



FIRMADO

Lolo Morales

A.D. MMXXV

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