Estiré
la mano y ahí estabas
monumental
como el Taj Mahal
tus
piernas solemnes
como
columnas de templo griego
tus
senos orgullosos,
como
las cúpulas de la catedral de Managua
sólida,
como
el crepúsculo de mis amaneceres.
Solo
que,
cantó
el gallo y en un instante,
antes
que la aurora saliera de su escondite
hasta
allí llegó quién te cantaba,
rakatapún
chinchilla
el gallo sube
rakatapún
chinchilla
y se sacude.