En el puerto encontré mi diosa,
danzarina roja,
flor que se abre esperando ser adorada,
pisando arena tibia en la playa arrabalera,
la muerte gime y ronda al marinero devoto,
que en un último tango busca enredar sus sueños rotos
entre las piernas largas de la danzarina roja,
la porteña diosa.
En el arrabal donde lágrimas rojas llora la navaja
inflamada de acero y celo
flota y danza como palmera disecada
un pedazo de ilusión amanezquera,
un fragmento de eternidad entre las sábanas,
en el sucio cuarto de un hotel arrabalero.
¡Ay amor mío!, no me dejes diosa mía,
que por adorarte a ti he matado,
no me importa irme al infierno,
la mazmorra infeliz ya no me quiere,
tanguear contigo un minuto,
hay más eternidad que cien años de paz
en la trinchera destrozada
de un feliz matrimonio burgués.
Faroles de ensueño tus ojos son,
que brillan diosa mía en mi querido arrabal,
cobíjame con tus pechos que de frío muero,
pon ardor a mis venas pa poder contigo tanguear,
Ven compañera de amoríos
en el oscuro callejón,
¡Ay, diosa mía!, flor de mi armonía
déjame bailar contigo este tango
hasta saciarme de tu amor
que jadeante deje su aliento liberar.
¡Ay, che diosa arrabalera!,
siempre te he adorado
como el porteño al tango adora
y tu aliento feliz añora,
déjame vivir este momento entre tus muslos,
porque enredado en tu amor
quiero yo morir.
Managua, 27 de Febrero de 2014
déjame vivir este momento entre tus muslos,
porque enredado en tu amor
quiero yo morir.
Managua, 27 de Febrero de 2014