La mujer latinoamericana, después de la Conquista (ensayo)


 
Retrato de mujer, del pintor Mexicano Diego de Rivera

Ensayo de Lolo Morales* 

«Porque la única forma de expandir su imperio en el vasto mundo descubierto, era dominarla, esclavizarla, porque dominando su útero se dominaba la raza y el continente.»

 Cuando el conquistador español asomó su rubia testa sobre el asombroso nuevo mundo que asomaba delante de su aguileña nariz, quedó maravillado ante tan desbordante exuberante riqueza- belleza. Pero el no venía solo, lo acompañaban los adláteres de la muerte, su ambición desmedida y sus deseos de conquista trajeron consigo la religión, la destrucción, la muerte y el dolor. En mi poema La Conquista (1492 –…), de mi poemario «Güegüense mío y otros versos» publicado en 1998, dejé inconcluso el título a propósito sabiendo que la conquista de América, también quedó inconclusa. 

La América india, la morena que fue ultrajada hasta más no poder, porque jamás hubo amor en el conquistador, solo el desmedido ego dorado y la ambición destructora de un imperio decadente ávido de riqueza, de territorios nuevos y de poder ilimitado. De allí mi reclamo ante un imperio caído a reino, que no aprendió de sus errores y los continúa repitiendo; con la diferencia que la india morena latinoamericana se está convirtiendo, en la nueva era que nos está tocando vivir, en la amazona conquistadora de un conquistador conquistado. El poema aludido canta con estética posmoderna, la tragedia de un continente, que es la misma tragedia de la mujer latinoamericana abandonada, usada, la eterna abuela-madre-amante -soltera-puta y matrona: 

¿Qué te hicieron/ amorcito americano?/ Te cruzaron / el sexo de pitahaya, / te rompieron tus costillas de bambú, / te aplastaron, te partieron. / Ahora los hijos de América, de Lautaro, Caupolicán, / Cuatémoc y Diriangén, / somos hoy / la más castigada familia / de los pobres del planeta. 

La abuela que cubre con sus alas de amor a los polluelos de sus hijas – los vástagos abandonados del macho - a quién lo mismo le da que la blanca arena líquida salida de su espinazo fuese para engendrar hombres o para esparcirse libremente al viento, sobre la tierra o en el agua. 

La matrona americana, hija de esa cultura primigenia injertada en deidades paganas traídas allende del mar o en las ancestrales vírgenes sacrificadas, adoradas por los indios milenarios en las islas recién paridas por los nuevos volcanes-pezones de nuestra América fecunda; fue una especie de Penélope que ha esperado durante siglos la reivindicación de su reinado ancestral, y cuya gran función ha sido históricamente en traer al nuevo mundo, héroes forjados en una arrolladora matriz con capacidad milenaria de parir y llenar continentes de poetas, libertadores, guerrilleros y hombres libres España se desentendió totalmente de la nueva casa que llegó a habitar, e hizo con América lo mismo que los hijos del mundo recién descubierto le hicieron a su hembra americana; la preñó, la sometió a la fuerza, la hirió de muerte, la mestizó, la des culturizó; luego regresó a Europa y se desentendió de ella, llevándose sus pertenencias y su oro, dejándole solamente el latrocinio, la cruz, la espada y la muerte. 

En el machismo militante latinoamericano, la mujer ha sido considerada una fábrica de hijos y los lazos familiares han sido, cuando menos, sui generis. Los famosos 17 hijos del coronel Aureliano Buendía existen. Yo los he visto en mi Nicaragua, en Honduras, en México y en cualquier ciudad latinoamericana donde he transitado, los descendientes de Tamagastad y Cipaltoval, se pavonean por haber tenido cincuenta hijos entre muchos más. Dudo que estos individuos jamás hayan cambiado un solo pañal. Conozco abuelas en Centroamérica con más de cien nietos antes de haber cumplido los setenta años. ¿A qué se debió la proclamación de la inferioridad y del abuso oficial de las autoridades y la religión conquistadora, borrachos de poder en nombre de la corona española y de Dios para someter y avasallar a la mujer indohispana? Porque la única forma de expandir su imperio en el vasto mundo descubierto, era dominarla, esclavizarla, porque dominando su útero se dominaba la raza y el continente. 

Había que matar al macho, y dejar la hembra intacta para la diseminación de la nueva masa de esclavos, de allí deviene el origen del mestizaje. El europeo tenía que convencer al mundo que nuestra india era un ser inferior, que no tenía alma y que debía satisfacerlo mediante sus inyecciones de semen con el único propósito de engendrar hijos para aumentar su masa de esclavos, expandir su fábricas-mujeres productoras masivas de seres infrahumanos de bajo coste, para levantar los grandes imperios económicos del nuevo mundo, que hasta el día de hoy siguen levantando, se sigue dando la misma situación, lo que ha cambiado es la forma, pero el fondo sigue intacto. 

A pesar de la tragedia de quinientos años o más, la mujer Indohispana se viene levantando con un poder arrollador que ni las tradiciones machistas de las religiones milenarias pueden detener. La superioridad de la hembra americana es tal hoy en día que, reconoció tanto su poder milenario ancestral, que el hombre-macho se volvió inferior, porque el médico criado por la abuela tortillera-lavandera, o la madre-soltera-puta del guerrillero, del poeta, del político, del sacerdote, y del general, están dominando el nuevo mundo y sometiendo al macho-mestizo-haragán y mujeriego, – heredero de los valores españoles dominantes – quitándole poder al español y al mestizo que un día se adueñaron de su cuerpo y de su alma. Llegó el ocaso de los señores, la hora del relevo llegó. 

 La mujer latinoamericana, la criolla mestizada llena de gracia y de belleza, la india bonita milenaria, la mulata, la abuela, la madre-soltera, la hija de la samba, del tango, del merengue y de la cumbia, es hoy presidenta de repúblicas, poderosas ministros de gobierno, diputadas de parlamentos, directoras de corporaciones, poetas, artistas, literatas, científicas; ellas son las nuevas libertadoras de una raza indomable. Están reinventando la américa mestiza, reivindicando las muertes de sus ancestros y los territorios perdidos en todos los órdenes del acontecer continental de la españas americanas. El bardo peruano César Vallejos, como profetizando el poder de la hembra americana que surge como un tsunami, cantó en un poema «cuídate España de tus españas» El español, el criollo ladino y el mestizo hicieron de la mujer latinoamericana un monstruo que ahora lo está devorando en todas las esferas de poder. 

Ahora el ambiente actual según la astucia del macho latino, es que la mujer pida igualdad con el hombre, que a ella deje de interesarle el hogar, la familia, los hijos, la maternidad, ella debe ahora interesarse por la ciencia, la tecnología, la política, la literatura, por esto y aquello. Con esto han logrado que se reúnan grupos de mujeres a concientizarse de esto, las sociedades y agrupaciones feministas y de género aparecen a diario como hongos después del aguacero. Lo que quizá, al hacerlo, no se dan cuenta es que, en su campaña de concientización por reivindicar su poder perdido en quinientos años de una equivocada conquista-evangelizadora las pueda llevar sólo a una cosa: a destruir algo profundo de su femineidad, e ir en contra de sí mismas, porque sólo así ellas pueden competir con los hombres. 

Con esto se produce una lucha y toda lucha produce dureza, y esto será una pérdida ya que la única esperanza para la humanidad es la suavidad de la mujer no la dureza del hombre, ya hemos sufrido lo suficiente a causa de esa dureza. La nueva mujer latinoamericana para bien de la raza indómita que cantó Darío tiene en sus manos la responsabilidad de mantener el equilibrio en el juego de poder y posteriormente en el nuevo escenario del hombre latinoamericano que, utilizando su astucia, dice a la mujer, «tenéis que ser libres, tenéis que ser iguales a nosotros» 

 Como los tiempos han cambiado, ahora los hombres quieren libertad absoluta, ellos quisieran disfrutar de más mujeres que sólo a su esposa y para lograrlo han persuadido a la mujer para que busque la libertad. Ahora el hombre quiere usarlas y tirarlas sin que esto implique ninguna responsabilidad. 

El chovinismo machista del hombre latinoamericano al igual que su dominador español, redujo a sus mujeres a la categoría de esclavas; más aún, las redujo a la categoría de cosas, de posesiones. Pero ¿de qué le sirvió? Entonces ahora, ellas se están convirtiendo en las perseguidoras y el hombre en el perseguido. Otro tipo de chovinismo comenzó a tomar forma y cuerpo. Entonces surge la nueva mujer chovinista latinoamericana, y esto no va a arreglar las cosas. Entonces la mujer empeza¬rá a hacer daño a los hombres, y tarde o temprano éstos se vengarán. ¿Dónde va a parar esto? Es un círculo vicioso que tiene que romperse. Tengo la sensación y la esperanza de que el circulo vicioso del perseguido convertido en perseguidor, en vez de que lo rompan los hombres, es mucho más fácil que lo rompan las mujeres, que sean ellas las que se salgan del círculo vicioso, porque ellas son más amoro¬sas, más compasivas, son superiores al hombre en todo sentido. 

El hombre es más agresivo, más violento. No tengo mucha esperanza en los hombres, pero espero mucho de las mujeres. Por eso no estoy a favor de la actitud y el enfoque agresivo del movimiento feminista chovinista de liberación de la mujer. Los problemas de la vida entre el hombre-mujer latinoamericano pueden resolverse con amor, no se pueden resolver con un enfoque violento. El hombre latinoamericano necesita la liberación tanto como la mujer. Ambos necesitan la liberación final, liberación respecto a la mente. Deberían cooperar mutuamente y ayudar al otro a que se libere de la mente arcaica machista. Ese será un verdadero movimiento de liberación sin chovinismos. 

La mujer debe de tener presente siempre su rol de mujer divina, delicada y perfumada flor ancestral que sin ella los hombre seriamos solo un puñado de locos que ya hubiésemos desaparecidos de la faz de la tierra. Y para terminar mi ensayo no puedo despedirme sin ofrecerles un poema salido desde lo más profundo de mi corazón, un corazón locamente enamorado del más bello, grande y fragante regalo, que el Creador haya dado al hombre sobre la faz de la tierra: La hembra americana.  

* Lolo Morales, Managua 8 de marzo de 2012 

*El autor escritor es nicaragüense, poeta, crítico literario, y empresario. Su quehacer cultural se concentra en la promoción de nuevos valores artísticos latinoamericanos en su rol como Vice-presidente de la “Fundación Editorial Esquipulas”. 


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