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sábado, 4 de enero de 2025

El Malak del Reino | Oda Épica






















I

En el alba primera surgió el canto,
del Verbo encendido nació su vuelo.
Los cielos se abrieron con fuego santo,
y el Malak bajó como rayo al suelo.
En sus alas llevaba el eco eterno,
Su misión es clara, su paso es tierno,
mas su voz retumba, su juicio asombra.

"Soy el mensajero que cruza el viento,
el puente que lleva la luz al tiempo."


                              II

Forjó las estrellas con sus palabras,
los ríos danzaron bajo su canto.
Trazó los caminos con manos sabias,
y al polvo le dio el espíritu santo.
El hombre, asombrado, miró al abismo,
y el Malak le habló con verbo encendido:

"No temas la sombra ni su espejismo,
en tu pecho arde el fuego dormido.
Despierta y escucha mi voz divina,
que el Reino comienza donde caminas."


III

Es el Malak fuerza, vigor del cielo,
la antorcha que alumbra la noche oscura.
Con un paso firme despliega el vuelo,
sus alas de oro son paz y altura.
Los mares se quiebran bajo su planta,
las montañas tiemblan cuando él susurra.
Es guía y maestro, su fuego encanta,
y en su sabiduría la duda dura.

"Soy faro en la niebla, farol ardiente,
el verbo que pulsa en todo viviente."



IV

Sus ojos reflejan un mar eterno,
un reino de estrellas aún no nacido.
En su pecho arde el amor materno,
y en sus manos lleva el don ofrecido.
Los hombres lo miran con ojos nuevos,
sus corazones arden de redención.

“Soy la voz que limpia todos tus miedos,
y la luz que alumbra tu construcción.
Edifica el Reino con fe en tus manos,
que el cielo se erige en actos humanos.”


V

Es el Malak ritmo de las edades,
la cuerda que pulsa los siglos muertos.
Sus pasos resuenan en las ciudades,
su eco revive los sueños yertos.
Camina invisible, pero cercano,
su palabra arde en todo rincón.
Es guía del sabio y del artesano,
del niño que canta su redención.

“Yo soy quien despierta tu luz callada,
el verbo que impulsa tu nueva jornada.”


VI

Los pueblos lo llaman, cruzan desiertos,
buscando su rastro en la vasta arena.
Él deja señales en sueños ciertos,
y abre los umbrales de lo que es pleno.
Las voces se alzan como tormenta,
mas su voz serena calma los ríos.
Es viento que besa, fuego que alienta,
el guardián que salva los desafíos.

“En mi senda hallarás lo que has perdido,
el Reino es el viaje nunca concluido.”

VII

Oh Malak, poeta de lo infinito,
tallador del cosmos y la conciencia.
Tu voz resplandece como un escrito,
que arde en la penumbra con persistencia.
Eres profeta de la luz eterna,
el cantor que entona himnos celestiales.
Con tu fuego purgas la llama interna,
y disipas dudas universales.

"Soy el que proclama la redención,
y eleva al humilde en su condición."


VIII

Las naciones tiemblan bajo su paso,
los reyes se postran ante su estela.
Es juez implacable, rompe el fracaso,
y su risa limpia toda querella.
El hombre se erige al oír su canto,
sus manos construyen lo prometido.
Él lleva justicia en su pecho santo,
y anuncia el Reino recién nacido.

“Levántate, pueblo, crea tu estrella,
que en tu obra vibra la
 luz más bella.”

IX

Oh Malak que cruzas tiempos eternos,
tu voz retumbó en los libros sagrados.
Eres puente vivo de los inviernos,
el faro que guía los desolados.
Tus alas despliegan gloria infinita,
tu fuego incendia toda ignorancia.
El hombre comprende que su alma grita,
que el Reino se forja con su constancia.

“Soy el eco vivo del Dios que llama,
la chispa que enciende la eterna llama.”


  X

Y cuando el tiempo al fin cierre su círculo,
y el Reino en la tierra sea completo,
el Malak alzará su canto magnífico,
y la luz envolverá todo secreto.
El hombre será el verbo encarnado,
el puente entre polvo y gloria divina.
Y el Malak dirá, su misión logrado,
que el cielo y la tierra son una misma.

"En ti dejo mi llama, oh ser humano,
el Reino es eterno; está en tu mano,
la chispa divina que arde en la sombra."

 

martes, 31 de diciembre de 2024

El Ars Poeticae de Lolo Morales: La Poética del Ser en Libertad



Introducción

La poesía es la alquimia del alma, el fuego que transforma las sombras en luz y eleva al ser humano hacia su máxima expresión. 
En este manifiesto, "El Ars Poeticae de Lolo Morales: La Poética del Ser en Libertad", se revela la esencia de una vida dedicada a explorar las profundidades del espíritu y los misterios de la existencia.
Esta obra no solo define una forma de hacer poesía; es un canto al ser en su estado más puro, un llamado a la libertad creativa y espiritual.
Cita del poema:

"Fui semilla dormida en las entrañas del abismo,
y al quebrarme, la luz forjó mi esencia."


I. La Semilla: Origen y Esencia de la Poética

En el núcleo de todo ser humano yace una semilla, un potencial divino que, al germinar, transforma al individuo en un "árbol existencial". Esta semilla es el símbolo del autodescubrimiento, del despertar interior que da forma a la vida y al arte. En la poética de Lolo Morales, la germinación de esta semilla es el inicio del viaje hacia la plenitud creativa y espiritual.

La poesía de Morales no nace de corrientes filosóficas o religiosas, sino de la conciencia pura, de un canto primigenio que despierta desde las profundidades del ser. Es un reflejo de la conexión con lo universal, un puente entre lo humano y lo cósmico.
Cita del poema:

"Bajé al subsuelo del alma como un minero incansable,
desesperado, busqué y rebusqué entre las sombras."


II. Principios Fundamentales de La Poética del Ser en Libertad

1. La Belleza como Esencia Suprema

La belleza en la poesía de Lolo Morales es una fuerza transformadora. Cada palabra es un destello que ilumina, un espejo donde el lector encuentra armonía y asombro. La belleza no es superficial; es un camino hacia lo profundo, hacia lo eterno.
Cita del poema:

"Entre los pliegues de un verso hallé el mapa del todo,
un espejo donde el alma descubrió su vastedad."

2. La Inteligencia y la Unidad de Efecto

Cada poema es una obra integral que busca un impacto emocional y reflexivo único. Morales sigue el principio de unidad de efecto, heredado de Poe, pero lo lleva más allá, combinando lógica, emoción y misterio para crear un arte profundamente humano.
Cita del poema:

"Una chispa del infinito incendió mis entrañas,
y la razón se inclinó ante el misterio."

3. La Musicalidad del Verso

La poesía de Morales es un canto que resuena en los sentidos. Sus versos tienen una cadencia que evoca una sinfonía cósmica, donde la palabra y el sonido se entrelazan para guiar al lector hacia un estado de conexión con el todo.
Cita del poema:

"Cantaron en mi voz los astros olvidados,
y sus melodías tejieron portales hacia lo eterno."


4. El Simbolismo y la Conexión Cósmica

Los símbolos en su obra son puentes hacia lo intangible, puertas abiertas al misterio del universo. Cada imagen, cada metáfora, invita al lector a explorar lo visible y lo invisible, a encontrar sentido en lo inalcanzable.
Cita del poema:

"Cada estrella se hizo verbo en la bóveda nocturna,
y su luz trazó poemas en el lienzo del cosmos."

5. La Vida, la Muerte y la Transformación

La vida y la muerte no son opuestos en la obra de Morales, sino ciclos entrelazados que enriquecen la existencia. Su poesía invita a abrazar la mortalidad como un puente hacia la renovación y la trascendencia.
Cita del poema:

"Bebí del cáliz de la muerte, amarga y redentora,
y en su fondo encontré la simiente de la vida."

6. La Libertad del Ser

La poética de Morales culmina en la libertad, un estado donde el espíritu se libera de las cadenas impuestas por el tiempo y las estructuras. Este llamado a la liberación no es solo personal, sino universal, una invitación a volar hacia lo auténtico.
Cita del poema:

"Rompí los moldes oxidados que aprisionaban mi espíritu,
y en el vuelo libre de mi espíritu, hallé la verdad del viento."

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Setenta y cuatro inviernos





















Setenta y cuatro inviernos

Por el poeta-filósofo Lolo Morales

"Mientras se viva, hay que aprender a vivir." 
Séneca

Setenta y cuatro inviernos he cruzado,
cada uno un verso en el libro del tiempo,
con lluvias que a veces callaron mis cantos
y soles que abrieron mi pecho al viento.

En mi horizonte, siempre el Mar y el Sol,
Marisol, mi compañera de batallas y sueños,
guerrera incansable, luz de mi vida,
quien sostiene mi vuelo cuando el mundo tiembla.

Mi taller, mi templo, sagrado refugio,
donde soy sacerdote de maderas vivas,
tallando cristos que alumbran las miserias,
de un pueblo que busca esperanza y vida.

Mi hogar, el último monasterio que aloja
mi ser, alma y espíritu, en su calma profunda,
donde lloro, canto y rezo, al calor de su sombra,
y mi pluma se desliza entre libros antiguos,
queriendo entender los enigmas del futuro
en el ocaso de mi largo día luminoso.

En este ocaso, dos estrellas brillan,
mis nietos, Jesse y Sofía, hijos del Sol,
alegrías que danzan en mis días finales,
la promesa de vida que nunca se extinguió.

He caminado senderos de madera,
esculpiendo sueños con manos de fuego,
pero es ella quien guarda mi taller del tiempo,
mi ancla, mi faro, mi eterno deseo.

Hoy celebro con cada letra y latido,
la vastedad de este camino andado,
mis hijas, María Carolina y Ana Lucía,
y Marisol, mi raíz y mi aliado.

Setenta y cuatro inviernos, sí,
pero en mis manos, el calor de la primavera,
mi nombre escrito en madera y letras,
y en sus miradas, el futuro que espera.

Sigo soñando porque ellos me inspiran,
mis nietos, mi esposa, mi linaje sincero,
mi poesía nace de su alegría,
mi filosofía, del amor que es eterno.


En el dia de mi 74 cumpleaños, Managua 11 de diciembre de 2024

Reflexión del poema por el autor

"En estas líneas, el poeta-filósofo Lolo Morales comparte su íntima travesía por la vida. Con humildad de un buscador que anhela lo divino en la tierra, celebra 74 inviernos tallando sueños en madera, esculpiendo palabras en el tiempo y llevando la luz de su espíritu a quienes le rodean. Este poema es un homenaje a su templo, su familia, y su incansable búsqueda de sentido, donde cada verso es una oración y cada acto una ofrenda".

___________________________


El Instante Eterno




















"No pretendas saber lo que el destino te depara. Aprovecha el día; no confíes en el mañana."
— Horacio, Odas, Libro I, 11

El tiempo, ese río que nunca se detiene,
corre indiferente, devorando sueños,
dos kilómetros avanza mientras hablamos,
y el mañana, un espejismo que nunca toca nuestras manos.

Horacio susurra desde un rincón antiguo:

"No confíes en la rama del mañana,
ni esperes que el viento traiga el fruto.
Arranca aquí, ahora, el instante que te pertenece."

Somos prisioneros de la arena que cae,
del reloj implacable que no escucha ruegos,
pero también somos libres en el ahora,
en este segundo que desafía la eternidad.

El destino, un hilo que se tensa y se suelta,
no es un yugo si abrazamos el presente.
No somos perros atados a un carro,
somos manos que cosechan el fruto antes de que caiga.

¿Qué es el mañana sino un eco vacío?
Un susurro en la caverna de lo que no es.
El presente, en cambio, es carne, es fuego,
es la chispa que ilumina el oscuro cosmos.

No busques la eternidad en el tiempo,
pues es un dios devorador de su propia progenie.
Búscala en el instante vivido plenamente,
en el ahora que trasciende la muerte.

La rama del mañana puede quebrarse,
pero la flor de hoy se abre en tus manos.
El tiempo puede correr dos kilómetros más,
pero jamás arrancará el fruto que arrancaste.

Somos el hoy, somos el ahora,
somos el parpadeo entre lo que nace y lo que muere.
En ese parpadeo habita la eternidad.
Arráncala. Habítala. Hazla tuya.


Lolo Morales, 11 de Diciembre de 2024

Nota del Autor

"En este poema profundo y reflexivo, exploramos la tensión entre el tiempo, el destino y la libertad humana, guiados por la sabiduría de Horacio. Una meditación sobre cómo el presente, aunque efímero, puede contener la eternidad cuando vivimos plenamente."


domingo, 17 de noviembre de 2024

"Del Barro hacia la Luz" de Lolo Morales, con una crítica de Isolda Castañeda, Poeta Chilena

 Dedicado a mi consuegro el Doctor Francisco Lacayo Parajón

Nacemos entre sombras, hijos del lodo,

esclavos de un mundo que nos devora,
un alarido enterrado en carne,
un trueno que lucha por la aurora.

¡Oh, raza caída! ¡Levántate ya!
El barro es tu cuna, pero no tu tumba.
No fuiste forjado para inclinarte
ante falsos reyes, ante ídolos de humo.

¿Qué es esa rodilla que al suelo golpea?
¡Es una traición al fuego que llevas!
Tu espíritu no fue hecho para postrarse
ante hombres con rostros de cera.

¡Rompe el altar donde arden mentiras!
¡Quebranta los grilletes del miedo!
El oro que buscas es solo ceniza,
y la fama, un veneno en el viento.

¿No ves las cadenas invisibles
que te atan al peso de un dios impostor?
¿No sientes cómo hieren tu cuello
las sogas del credo, el dogma, el señor?

Tu vida no es moneda de cambio,
ni tu sangre tributo a sistemas de barro.
Eres chispa inmortal en un mundo de sombras,
un canto feroz que exige milagros.

¡Oh, raza arrodillada, despierta!
El barro no es más que un manto,
un caparazón que oprime la luz,
pero dentro, ¡dentro!, hay un relámpago santo.

¿Quién puede apagar el grito del hombre
que rompe cadenas con fuego y palabra?
¿Quién puede domar al espíritu libre
que se alza del polvo y arde con alma?

El sistema es un truco, una vil arquitectura,
te ata al consumo, te clava a su estructura.
Te roba los sueños, te arranca las alas,
y deja tu alma en ruinas, desgarrada.

¡Rompe ese espejo donde ves esclavitud!
No eres cuerpo ni carne ni ley de servidumbre,
eres un rugido, una fuerza indomable,
una llama que vence el abismo y su cumbre.

¿Quiénes son esos hombres a quienes veneras?
¿Quiénes son esos líderes de pies de arcilla?
¡Nada son! ¡Solo polvo en el viento,
marionetas del tiempo que el cosmos humilla!

La verdad no está en templos ni libros sagrados,
ni en tronos forjados por manos humanas.
Está en tu sangre, en tu latido puro,
en el fuego interno que nada apaga.

El barro es materia, pero no tu esencia.
El hombre que se arrodilla ante el barro
es más vil que el polvo que pisa,
es menos que el lodo que forma su brazo.

¡Levántate, hombre, mujer, espíritu herido!
Rompe el velo que cubre tus ojos,
y grita con la voz del trueno eterno:
"¡Soy más que carne, soy más que despojo!"

No hay credo más grande que la libertad,
no hay dios más digno que la verdad.
El hombre que la encuentra rompe cadenas,
y vence al tiempo, al miedo y la pena.

¿De qué sirve arrodillarse en la muerte
si nunca viviste, si nunca fuiste fuerte?
¿De qué sirve adorar lo que es finito,
si en tu pecho arde lo infinito?

El barro se rompe, pero tú te alzas,
con brazos de fuego, con ojos de lanza.
El barro no es dueño, es solo un camino,
que lleva a la luz, al divino destino.

Oh, raza encadenada, ¿no ves la prisión?
¿No sientes el peso de tu sumisión?
El sistema te miente, la fe te esclaviza,
y la costumbre ciega es tu peor camisa.

Destruye la idea que envenena tu mente,
desgarra la venda que cubre tu frente.
¡No hay hombre digno de adoración!
¡No hay maestro que sea dueño de tu razón!

Eres espíritu, chispa indomable,
un torrente feroz que nada detiene.
Eres libre si en tu pecho rugen
las verdades que la historia contiene.

No temas al barro, que solo es materia.
No temas al dogma, que solo es miseria.
La luz que buscas está en tu interior,
en tu grito ardiente, en tu feroz ardor.

¡Oh, humanidad, elévate ya!
El barro no puede contener tu verdad.
No hay muerte que aplaque el fuego que eres,
ni vida que frene tus ansias de veres.

Del barro hacia la luz, ese es tu camino.
Rompe el mundo, quiebra su destino.
Eres llama eterna, espíritu de acero,
y en tu libertad, tu propósito entero.

Grita al cosmos, ¡soy eterno y vivo!
No más cadenas, no más cautivos.
El barro es polvo, y el polvo se pierde,
pero la luz que soy, ¡nunca muere!

Lolo Morales, 17 de noviembre de 2024

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Crítica al poema Del barro hacia la luz

El poema Del barro hacia la luz es una obra imponente y torrencial que desafía los límites de la lírica tradicional. Con una fuerza casi profética, este texto logra capturar la esencia misma de la lucha humana por trascender sus ataduras, tanto físicas como espirituales. Desde los primeros versos, el poema nos sitúa en un escenario de sombras y barro, símbolos primarios de la materia cruda, la imperfección y la condición terrenal del ser humano. Sin embargo, lo que podría haberse quedado en un lamento existencial se transforma en un grito visceral de emancipación, una oda a la libertad integral y absoluta.

"¡Oh, humanidad, elévate ya!
El barro no puede contener tu verdad.
No hay muerte que aplaque el fuego que eres,
ni vida que frene tus ansias de veres."

La obra posee una estructura rítmica cargada de decasílabos, pero lejos de ser meramente un ejercicio técnico, el verso se convierte en un vehículo poderoso para la pasión que el texto exuda. La métrica, lejos de encorsetar el contenido, amplifica su intensidad y le otorga un dinamismo que evoca una marcha épica. Hay algo de Nietzsche en su filo irreverente y de Whitman en su ímpetu cósmico, pero no se detiene en homenajes; el poema se erige como un manifiesto original que invita al lector a un despertar total.

"Grita al cosmos, ¡soy eterno y vivo!
No más cadenas, no más cautivos.
El barro es polvo, y el polvo se pierde,
pero la luz que soy, ¡nunca muere!"

Uno de los mayores aciertos de esta obra es su manejo de las metáforas. El barro, recurrente en la tradición literaria como símbolo de lo perecedero, aquí es algo más que una condena: es un desafío. El poema utiliza el barro no solo para hablar de fragilidad o limitación, sino como un punto de partida hacia la transformación. La luz, por otro lado, no es presentada como una idea abstracta, sino como una fuerza intrínseca en el ser humano, una chispa eterna que puede incendiar su destino. Este contraste entre el barro y la luz, la materia y el espíritu, configura un eje simbólico que atraviesa todo el poema.

El tono del poema es deliberadamente incendiario. Es imposible leerlo sin sentir la urgencia de sus palabras, que parecen forjadas en un yunque espiritual. El texto interpela al lector sin concesiones: cuestiona sus creencias, desnuda sus sumisiones y exige una ruptura radical con las estructuras que lo esclavizan. Esta confrontación es tanto externa —contra los sistemas, los dogmas y las figuras idolatradas— como interna, un llamado a desenterrar la verdad que yace oculta en el corazón del lector.

"¡Rompe el altar donde arden mentiras!
¡Quebranta los grilletes del miedo!
El oro que buscas es solo ceniza,
y la fama, un veneno en el viento."

Sin embargo, no todo en el poema es asalto. También hay destellos de esperanza y redención. Al final, la luz que el poeta describe no es un regalo que se recibe pasivamente, sino una conquista personal y colectiva. Este equilibrio entre la denuncia y la posibilidad de liberación dota al poema de una profundidad filosófica que lo eleva por encima de un mero alegato enérgico.

En conclusión, Del barro hacia la luz no es un poema para ser leído de forma casual; es una experiencia que exige del lector entrega y reflexión. Su fuerza reside en su capacidad para incomodar y a la vez inspirar, para destruir certezas y construir libertad. Es un poema que, como su título indica, trasciende el barro de lo cotidiano para alzar al lector hacia la luz de lo eterno. Una obra que respira con el alma y sangra con el espíritu. Lolo Morales escribe con sangre.

"Eres espíritu, chispa indomable,
un torrente feroz que nada detiene.
Eres libre si en tu pecho rugen
las verdades que la historia contiene."


Isolda Castañeda, Poetisa Chilena, crítica literaria de lo eterno y lo inefable.




viernes, 15 de noviembre de 2024

La Miseria Humana y su Redención ǀ Un Viaje de Reflexión y Esperanza hacia la Transformación de la Humanidad

 


 "La Miseria Humana y Su Redención"

Un Viaje de Reflexión y Esperanza hacia la Transformación de la Humanidad


Autor: Dolores Morales González


Introducción

Desde los albores de la humanidad, el viaje humano ha estado marcado por contrastes profundos: momentos de profunda oscuridad y destellos de esperanza que iluminan el camino hacia un destino más elevado. Este libro es una invitación para explorar ese trayecto, desde las sombras más densas de nuestra existencia hasta los momentos de redención que pueden transformar no solo a individuos, sino también a sociedades enteras. En sus páginas, se presenta un análisis de la esencia de la miseria humana, no con un afán de juzgar, sino como una reflexión sobre la complejidad de nuestra naturaleza y el potencial inquebrantable que reside en cada ser humano para cambiar y evolucionar.

La propuesta de esta obra no es simplemente entender los desafíos que enfrenta la humanidad, sino también ofrecer un faro que ilumine las posibilidades. A través de un enfoque crítico y esperanzador, se busca guiar al lector en un viaje introspectivo y colectivo, donde cada página actúe como un espejo en el cual observar nuestras luces y sombras. Al mismo tiempo, este texto pretende ser una herramienta para despertar una nueva esperanza, una chispa que inspire acción y compromiso con la creación de un mundo más justo y humano.

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