Prólogo de Alvaro Urtecho
La obra poética de Lolo Morales está inspirada en un profundo sentimiento más místico que religioso debido a su profundo amor por el evangelio de Cristo. Su poesía en general tiene un estilo similar al bíblico “Cantar de los cantares” atribuido a Salomón.
Nuestro poeta es un gran conocedor de la Biblia y de la filosofía aristotélica y platónica; también su obra nos trae aromas de un cultismo más oriental que italianizante, influencia marcada debido a sus lecturas de los grandes poetas árabes como Khalil Gibran y Omar Khayyam.
El estilo poético que imprime a su poema “Vuelo azul” tienen fuerza y belleza; en estos versos de gran libertad y musicalidad el poeta deja plasmado su profunda pasión por su destino celeste que lo obliga a “vaciarse” del plano material que lo sofoca para luego emprender un vuelo cósmico hasta fundirse apaciblemente con su creador.
“No me tortura más
el deseo de poseerte
a cada instante,
en cada noche,
en cualquier parte,
ni me mancharán los ojos
las penas mundanas”
En en su poema “Puro viaje”, el poeta se va redimiendo de los estragos que el mundanal ruido le inflige en su transitar por el mundo.
“Desesperados pierden su poder,
dolor,
lamentaciones,
vejez,
muerte,”
Casi toda la obra de Lolo Morales está impregnada de un gran misticismo simbolista; también resume un típico estilo de la poesía bucólica y pastoril. Más allá de este pequeño pero profundo poemario que es más bien un opúsculo, su obra poética está cargada de una encriptada sensualidad e incluso de cierto erotismo. Son apreciaciones a las que algunos colegas creen adivinar en los textos bíblicos ya mencionados.
AU
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Del Segundo al Tercer Cielo
Caído mil veces, polvo entre sombras fui,
buscando en la arcana senda un destino sin fin.
Saboreé en el primer cielo la dulzura del verbo,
la paz del alma limpia, en el aliento eterno.
Mas me atrajo el mundo, su hálito fugaz,
y el cielo perdido se tornó en soledad.
Oscuridad sin nombre abrazó mis pasos,
eco de un Edén lejano, de un amor negado.
El alma herida clamó al infinito,
y en mi caída escuché un mito escrito:
"Como Ícaro voló, mas con cera vana,
yo volaré alto sin temer la llama."
El Fénix en mis venas prendió su resplandor,
en cenizas dormí, mas desperté en ardor.
De las alas nacientes surgió un nuevo vuelo,
más alto que el sol, inmune al fuego.
El segundo cielo, en su luz, me transformó,
mas hambre de infinito en mi ser brotó.
Busqué el tercer cielo, donde reina el júbilo,
el cosmos canta, y danzas se encienden en círculos.
Allí vi a Orfeo, su lira en llama,
y a Eos susurrando al alba su trama.
Vi bodas de estrellas y cánticos eternos,
seres de luz tejiendo sabiduría en sueños.
El alma se llenó de un éxtasis divino,
un fuego sereno, un gozo infinito.
Y aunque en la tierra permanezco aún,
el tercer cielo es mi albergue común.
Espero con júbilo el último vuelo,
cuando el polvo despierte hacia el universo entero.
Allí me quedaré, en bodas sin final,
donde la dulzura y la paz serán mi hogar celestial.
"El hombre caído se eleva más alto que el sol,
pues su vuelo no es huida, es unión con el todo."
Lolo Morales, Managua, 12 de Noviembre
Salto
La fatal situación humana,
mal rato para la especie.
Sólo un salto libera
hacia un superior peldaño
/ de la conciencia,
cuando se vea lo visto,
se escuche lo escuchado,
se sienta lo sentido:
Sabio silencio del Espíritu.
Villa Fontana 1998
Vuelo azul
Como una gota de rocío
caí en un océano luminoso.
No me tortura más
el deseo de poseerte
a cada instante,
en cada noche,
en cualquier parte,
ni me mancharán los ojos
las penas mundanas.
Ya no seré más tu esclavo,
– poder –
– riquezas –
Como un vuelo azul
de ángel bíblico
voy hacia el sol;
aún cuando ya no respire
seré uno con la Vida,
seré bendecido
dejando de ser.
Villa Fontana 1998
De que te sirve
«Ningún hombre permanece en la opulencia, sino que muere lo mismo que los animales: este es el destino de los que tienen riquezas, y el final de la gente insaciable» Salmo 49 (48), 13-14
De qué te sirve la lluvia
de oro que te visita
y hace madurar el fruto
del huerto que alegre cultivas,
si desconoces la mano
que tales dones te envía.
De que te sirve la nube
deshecha en limpios cristales
que da canción a tu fuente
y brisa a tus palmeras,
si muere de sed tu alma cautiva
en el lazo de una ramera.
De qué te sirve la noche
cuajada de pedrería
si es mirada de los cielos
que nunca del pobre olvidan
si para ti tal mirada
es inconsciente y fría.
De qué te sirve el pan blanco
que nunca falta en tu mesa
y el vaso que cual topacios
liquidados centellea,
si está el pobre desvalido
muriendo de hambre a tu puerta.
De nada te sirve morir
y haber hecho tanto si tan poco diste
cuando nunca nada tuviste.
Es como cuando a diario
a los muertos ves caminar
y a los vivos los ves morir
porque nunca dieron
lo que jamás poseyeron.
Dios mío, qué solos
se quedan los muertos.
Septiembre 2000
La ley de la Fe
“Blasfemo, no has oído, la voz de este rumor:
voz de las avecillas, voz de Nuestro Señor.”
Azarías H. Pallais
La fe es una ley…establecida por Elohim para nosotros.
Es el Tallador del Universo labrando en el tronco de la conciencia
Es el don del poder otorgado a la humanidad
para que lo posea y aumente.
Lo que crees es lo que ocurre.
Aparece.
En todas las personas opera una serie de creencias.
Sean verdad o falsas, todos creemos con sólida certeza
en algunas cosas.
El corazón tiene una doctrina confidencial, tan imbuida
y rutinaria que no es reconocida por uno mismo.
La fe es una ley donde las cosas que nosotros juzgamos
ciertas estamos seguros que son reales.
El gran enigma es descubrir qué es lo que creo,
porque estoy tan familiarizado y cómodo
con mis creencias que nunca las he escuchado
sino dentro de mis pensamientos.
Opiniones que se han convertido en principios.
Ideas vanas que he convertido en dogma.
Debo encontrarlas y formularlas…
para refutarlas.
Mis creencias son como una gran resaca oceánica
que me arrastra hacia dentro de mí mismo
con una fuerza mayor que mis brazadas;
todavía soy el creador de esa fuerza,
la he alimentado y le otorgado su poder
por la valoración de mis recónditas meditaciones.
La gran lucha empieza cuando decido cambiar
mis dogmas solidificados.
No cambian fácilmente.
Pesan como el plomo.
Sólo los destruyo con grandes corrientes
que equiparo a mis mentiras.
La fe es una ley…
Lo que crees, eso experimentas.
Después tu experiencia demuestra lo que creíste,
pero es así porque creíste que ocurría.
No porque fuese real.
La creencia cree tener el poder…
poder real de crear.
Sí tienes fe en el mal,
el mal surgiría en todos tus conceptos.
El Mal probará su fe en él mismo.
Si tienes fe en el desastre, el desastre te perseguirá.
Pero el desastre no existirá como una fuerza exterior.
Será el estrago que vive dentro de tu corazón
a causa de tu fe en el terror.
Hay una religión del rechazo que cree fervientemente
que ese rechazo será una repercusión negativa en todo
encuentro con otros. Y es así.
Se vuelve así… cuando no era así.
De todas nuestras absurdas riadas de fe,
quizás sea esta el sepulcro del cual surgen
todas las otras fes podridas…
es lo primero que nos vuelve ciegos.
Nos convierte en monstruos perversos,
coronados de fanatismo y tiranía.
Es la fe en nuestro propio ‘yo’.
La confianza en nuestra propia
habilidad para hacer.. y saber.
Ninguna sed de hablar por boca de Dios
porque “yo” ha hablado.
Escuchando en secreto a este portentoso ‘yo’
y creyendo a la sinrazón.
Somos necios, sí… pero necios peligrosos,
que nombran a Dios sin necesitarlo.
Nos ponemos en Su lugar
protestando que le conocemos.
¿Recibes lo que deseas en esta vida? Siempre.
Tu deseo yace en el puño de tu fe.
Los deseos nobles mueren en las manos de la incredulidad.
La incredulidad es fe invertida, perversa. Una confianza en
que la bendición no llegará.
Una secreta convicción de que Dios no lo hará…
no podrá…
Soy expuesto y juzgado por lo que mi vida produce…
y por lo que no produce.
Porqué sólo produce lo que creo.
No puede producir lo que no creo.
¿Entiendes ya que esa fe es una ley?
“Te sea concedido conforme a tu fe.” Dijo el carpintero.
Una sentencia que dice que la manifestación de Dios
no se basa en Su voluntad, en Su poder, en Su propósito,
sino en mi fe.
La fe es de algún modo un ente viviente, algo que late
con fuerza para cumplir su propio propósito.
Tanto si la fe no es en Dios, como si es en Dios,
la fe da a luz en la vida real la imagen que tiene de Él.
La Fe Auténtica vive porque emana de la
Palabra Viviente, “de la boca de Dios.”
La Sagrada Escritura, envuelta por la presencia del Padre,
es dónde la fe —por el amor— es concebida.
La comunión con el Padre, oír Su Palabra personal,
es recibir una semilla palpitante.
Absorber la Sagrada Escritura arraiga la auténtica verdad
en los abismos de mi intrincada mente,
y diluye las necias conclusiones acumuladas
a lo largo de mi vida.
Es imperativo que construya mi fe
por acciones deliberadas,
por el bombardeo de mi propia alma
con la verdad Eterna de Dios
en contra de la arrogancia de mis valoraciones.
Estar alrededor de los que tienen fe alimenta la fe.
Camina con un escéptico y tu fe caminará
sobre la hambruna de la incredulidad.
No obstante… es la obediencia y la muerte
las que en verdad forman y liberan la fe.
Entregándose a Dios para hacer Su voluntad,
y aún más profunda sumisión, para hacer morir
la independencia…
… estas rendiciones suscitan Su Propia Confianza
para entrar al corazón humano y librarlo de dudas.
Si sirvieras a Dios pero no mueres por Él,
tu fe siempre se achicará…porque
“Con Cristo estoy juntamente crucificado,
y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí;
y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo
en la fe del Hijo de Dios.”
Gal. 2:20
La muerte te introduce en la fe
del mismo Hijo de Dios,
una fe sobrenatural emanada
de Uno cuya fe conquistó todo.
La muerte de mí es el fallecimiento
de mi naturaleza…
con cimientos adámicos que se desliza
hacia la incredulidad…
y vive en cinismo en cuanto a su propio Creador,
despreciando mi propio origen.
¡La incredulidad sólo se mata cuando “yo” muere!
Y la fe es nacida sólo en “Su” vida.
Así, alimento mi fe con la Palabra de Dios
según el Padre me lee personalmente,
y mato mi incredulidad por la cruz personal
de mi experiencia diaria.
Sin embargo… en medio de esta gran solución
a mi duda innata,
una llave yace en mi mano…
que no proviene de Dios.
Un pivote que cierra o abre,
el dínamo de la Fe que no mata.
Esta llave eléctrica que sustenta
la Fe y la Duda
en la balanza
es mi simple elección.
Puedo decidir qué creeré.
Puedo escoger contra la evidencia,
puedo refutar el argumento.
puedo rechazar la lógica y
puedo acallar al acusador.
Es mi opción. Mi opción.
Elijo en cuál confiaré. Escojo la verdad,
o escojo rechazar la verdad.
La opción siempre descansa
conmigo.
Puedo desear creer pero
a menos que escoja creer
mi deseo perecerá en mi regazo.
Sin fe mi deseo
nunca vendrá a la vida.
Y culparé a Dios de ello.
La fe viene por el oír, y debo escoger escuchar.
La fe viene muriendo y debo decidir morir.
Y la fe viene por el mirar.
Puestos los ojos en Jesús,
el autor y consumador de nuestra fe.
Mirándole a Él, centrándome en Él,
en clara dependencia.
Él es lo único real en un abismo de ilusión.
Tengo que mirar a lo que no se ve para poder ver.
Tengo que dejar lo que parece sólido
y acudir a lo que Es Real.
La fe no es fe si se sustenta en dogmas.
La fe es dinámica sólo en la medida en que reside
en una Persona… Aquel para quien
fue hecho el universo… Y sin El Cual
el universo no tiene sentido.
Managua, Diciembre 2009
Puro Viaje
Meditando en el mundo estoy,
en el sendero voy
sobre un sedoso loto
hacia las infinitas galaxias.
Desesperados pierden su poder,
dolor,
lamentaciones,
vejez,
muerte,
A elevadas dimensiones
se inclina mi ser
tras el éxtasis
que precede al Altísimo.
Berlín, Septiembre de 1998
Meditando en la Luz
Como relámpago que hiere mis iris
como fuego de sol sahariano que funde
mi pensamiento bronceado siente
cuando estoy con Él
cuando medito en el Cristo
en el evangelio de Juan
¡Flama de la Inteligencia!
Berlín, Sepiembre de 1998
Buscando mi Loto
Estupor cósmico,
espacio expandido,
quietudes que sólo en mi loto
puedo gozar.
Aquiétate mente loca,
no razones ni desapruebes,
sólo siéntate y busca
tu delicado loto,
deja tus fogosos deseos de poseerla
y apaciéntate lejos
de toda perturbación.
Berlín, Octubre 1998
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