donde el trueno danza con la tormenta inquieta,
allí surge ella, hija de los vientos,
la Valkiria furiosa, dueña de los tiempos.
Su lanza es rayo, su escudo es montaña,
su cabello es fuego que la batalla baña.
su voz, un rugido que a los dioses inmola.
Del
Valhalla desciende con gritos guerreros,
buscando justicia entre mortales fieros.
De acero su sangre, de hielo su alma,
pero en su pecho arde una eterna llama.
“¡Yo soy la furia, el brazo del destino,
la venganza del justo, el camino divino!
¡No hay poder que me doble, ni rey que me ate,
soy libre y eterna, la que el cosmos combate!”
Por campos
sembrados de huesos y espadas,
atraviesa naciones en guerra quebradas.
Ni la noche oscura, ni el sol abrasante
detienen su paso, su marcha constante.
Lloran los
mortales al sentir su presencia,
temen los dioses su audaz resistencia.
Pero en su corazón, un secreto anida:
no lucha por odio, sino por vida.
En el
fragor del combate encuentra su arte,
cada enemigo es sombra que parte.
Mas en el silencio, tras la tormenta,
llora por los caídos con alma violenta.
Al final de
los días, cuando el cosmos desfallezca,
cuando las estrellas en polvo se conviertan,
la Valkiria se alzará, última centinela,
custodiando el legado bajo la luna nueva.
Y cuando
cese el eco de su feroz rugido,
y el mundo olvide lo que ha defendido,
su nombre, grabado en los vientos eternos,
será un canto de gloria en los vastos inviernos.
Así es la
Valkiria, furia del destino,
un faro de lucha, un mito divino.
Y aunque sus huellas en la tierra se borren,
en cada batalla su espíritu corre.
Lolo Morales