Escuché tu adiós, amor de antaño,
como el eco de un canto desolado,
mas en mi pecho, viejo y diesgastado,
no hallé tristeza, ni lloré tu daño.
Evoco el ayer, tus labios de engaño,
y ese fuego en mí que fue apagado;
la traición, un puñal no esperado,
dejando un hueco donde hubo un año.
Mas hoy, al saber que ya no existes,
no hay dolor en la muerte de tu huella;
es alivio lo que mi pecho asiste.
Y una voz callada, sutil centella,
ríe al final, como vengadora triste:
"A quien ama, siempre espera una estrella."
Lolo Morales, 8 de noviembre de 2024