Soy algo así como un
cartujo,
conociéndome día a día,
conquistando mi mundo
interior,
como el tornero talla el
cisne en el cedro,
con sentido de
eternidad.
Templo de carne
retroalimentándose,
llevando sus cruces con
hidalguía,
aunque el mundo se
desmorone día a día,
y las esperanzas
languidezcan
en un abismo sin apeadero.
En el fondo el vacío
espera
el tedio impera,
muriendo levanto vuelo,
para luego volver a
morir,
hasta que un día,
la
muerte nos separe,
y luego seguir viviendo,
para cantarte mi poema.