Prefacio
Mi amigo el poeta Juan Chow, uno de los pocos poetas sobrevivientes vivos del pequeño círculo de amigos íntimos de CMR, cuando Carlos ya estaba en el ocaso de su vida, escribió en el mes de Mayo de 1998 en Ojo de Papel , la mejor revista literaria que existió en Nicaragua en la década de los 90’s un editorial en el que, además de considerarse un homenaje a tan grande poeta, en dicho escrito expresa sin cortapisas, llamando al pan pan y al vino vino, la proeza innovadora del poeta más grande que ha existido en Nicaragua después de Rubén Darío, y porqué críticos célebres de la talla del español Félix Grande, encontraron en CMR “ ese fino esplendor que alguna vez se ha llamado una sensualidad de la inteligencia.”
Lolo Morales
Managua 24 de Enero de 2012
CMR: El último innovador
El 12 de octubre de 1924, nace el segundo gran poeta nicaragüense desde Rubén Darío, Carlos Ernesto Martínez Rivas quien, despojándose del Ernesto, es respetado como Carlos Martínez Rivas, cuyas iniciales CMR, se han vuelto un sello de calidad. El transformó la más reciente historia de la Literatura Hispanoamericana, imponiendo dentro del esplendor de la precisión verbal que genera la belleza poética, un punto de vista estético revolucionario: nos donó bella la fealdad.
En la Insurrección Solitaria brillan esos felices ejemplos de cómo lo ordinario y zafio se vuelve poesía. Su concepción de la belleza rebasó al enorme César vallejo que hizo con lo cotidiano una humana poesía con momentos quejumbrosos, al extremo que llegamos a sospechar que Vallejo fue un llorón disculpado por su genio. Nuestra tradición literaria hispanoamericana comenzó con la exquisitez estética y mental de Rubén Darío, ese aristócrata (pero del pensamiento); y avanzó con la exquisitez de la imaginación de Jorge Luis Borges; pero fue vallejo quien nos enseñó que la humanidad con sus problemas cotidianos podía ser objeto del arte, y no es eso que la concepción elitista calificara de mal gusto. Él puso sobre la mesa del pobre-pobre, como un bouquet, un pan tremendo, Fue el primero que lo hizo con genio.
Por la poesía de lo cotidiano no andaba nuestra tradición cuando apareció en 1953, La Insurrección Solitarias, LIS, llevándola un paso a delante, a lo cotidiano de lo cotidiano, consciente de que la fealdad, es parte de la realidad, tota, y no solo una parte de ella, como se pretendió aquí en los 80 con el Exteriorismo cardenalicio.
La poesía de lo ordinario
Veamos en LIS. En Hogar con Luz Roja, poema dedicado a Pilar y las chicas, lo encontramos haciendo arte con los escalones de madera de un burdel, con tal gracia e ironía que no se podría encontrar mejor canto para las escaleras de mármol.
En otro poema, dedicado a Eunice Odio, ejecuta una comparación inesperadamente erótica con lo que supuestamente es repulsivo: Sólo en el vientre, el vello./ Creciendo allí tal vez por la misma/ secreta razón –aún solo sabida por él-del musgo.
Y de súbito hasta el grotesco gruñido se torna, atrapado en las cosas, un objeto artístico: Desde mi techo que gruñe oigo correr el agua. Mientras lo que parecía unpoco de saliva ciega y moho, se transforma en la crisálida de una abeja en su célula. CMR reivindica lo “inconfesable” para la esfera estética. Lo reivindica con genio. Reivindica lo ridículo de la humanidad. Completó la Realidad hasta el fondo: Interiorismo y Exteriorismo en un matrimonio dialéctico.
Llevó a cabo la última transformación, mientras no asome la próxima, de la tradición hispanoamericana en el terreno de la concepción de la belleza.
Dialéctica artística
Sacó a luz de la vulgaridad del carbón, y aunque insinúe ser “el ojo que sólo ve sin opiniones”, no quiere ocultar “su excelente disgusto” con lo establecido.
Beltrán Morales decía que LIS era la crítica a la burguesía desde el mismo seno de la burguesía, subrayando así la autenticidad del pensamiento carlosmartiniano. No olvidemos que quienes nos han impuesto lo que “es o no” de buen gusto, son los educadores de la burguesía (esa lamentable caricatura de la aristocracia).
Una crítica a su postiza elegancia cultivada por sus escribidores, a quienes podemos comprender piadosamente: Sé cómo amáis la música./ No la de los negros, por supuesto. Ni la guitarra/a lo rasgado, por tientos, esa/ brisa seca de uñas y plata. Ni el endiablado/ son de la Múcura que está en el suelo, o Rosa de castilla/ con su largo alarido al comienzo…/…sino ¡Bach!/ Últimamente sobre todo Juan-Sebastián Bach.
CMR para Félix Grande
Estamos homenajeando al último innovador de la tradición literaria de la lengua española, y ya es tiempo de llamar al pan pan. En sus poemas contundentes como Testigos oculares es fácil entender por qué el célebre crítico español, Félix Grande, le encuentra ese fino esplendor que alguna vez se ha llamado una sensualidad de la inteligencia.
Juan Chow
Mayo 1998
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