(Dedicado a mi hermano Carlos Castillo Barberena)
Sucedió en el serrallo de un sultán.
En pos de una orquídea alada,
- en el jardín del Alambra –
iba alegremente el
príncipe moro,
buscando aquella
fragancia de la lejana Turquía,
como si fuese La Odalisca de Fortuny
o,
la esplendorosa Mona de Leonardo.
El iluminado caballero de la fina estampa,
deslumbrado por tanta belleza,
deshojó las alas perfumadas de la Lisa,
la odalisca alada,
la favorita del sultán.
nunca más volvió
a revolotear sobre la fuente de su señor.
no picotea más el culebrón
en la exótica flor de su vergel
ni liba más el gorrión,
fue en pos de una nueva miel...
Solo quedó aquella victoria lejana
una salmodia heroica de un regidor enamorado
que entabló feroz combate
en las lides del placer
con la flor más bella del palacio
la odalisca favorita
en el harem del sultán.
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