Crítica Literaria

domingo, 17 de noviembre de 2019

BARBA BLANCA

“Un poema zen para todos y para nadie”

 
Llegó a los setenta gracias a Dios Madre, y a  Dios Padre,
soy león rugiente, pero no me quiero quedar allí porque me volveré loco, rugiendo y rugiendo, rebelde, rebelándome,
un iconoclasta destruyendo mitos, dinastías de cafres, con
mi pluma y mi rostro azul y blanco iluminado con los colores de la patria,
quebrando ídolos de barro, machacando alacranes, perdiéndome de la belleza de la existencia.
No quiero quedar siendo un rebelde que tanto necesita la sociedad, después que pase ese tiempo,
la sociedad premia a los rebeldes, a los premios nobel de La Paz, a los políticos,
a las gordas borrachas como la Rigoberta Menchú,
y a los científicos que nunca pudieron contemplar la belleza de una estrella,
ya no quiero seguir rugiendo, que hagan estatuas de bronce a otros rebeldes que rugen y rugen y después quedan locos, en la pobreza,
mutilados, arrinconados,
jubilados con pensiones de hambre y burla,
viendo a sus dirigentes gordos y rosados como devoran perniles navideños,
Son otros los que se comerán el jamón, la pensión no te dará para comprar la caja.
Ya estoy en la última fase, la cuarta y última etapa de mi vida, la de la oruga.
Fui un inocente niño primitivo para convertirme después en camello, un trabajador mil veces trabajador,
y después ¿qué?, me convertí en león, para rugir y rugir.
Ya no quiero regresar al camello con cargas de bienes y oro ni ser esculpido en monumento en la plaza de los leones.
Deje de mendigar a clientes prepotentes, deje de ser carpintero,
quiero ser emperador
como una oruga,
las orugas son nadie, son semillas de mostaza,
los leones después de ser leones se vuelven locos o regresan frustrados a la fase del camello.
Se vuelven locos, viejos con ojos apagados
Quiero ser oruga para desaparecer de la sociedad y convertirte en un cartujo zen solitario que reza en las madrugadas como Jesucristo o
Bodhidharma.
y un día de tanto silencio interior más allá del corazón, más adentro del ser, fuera de los sentidos periféricos de la familia, de la sociedad mudarme en sufrimiento o sin sufrimiento, todavía no sé, todo cambio duele.
De pasar de oruga a mariposa multicolor, vale la pena el sufrimiento y la cristalización viene, revoloteando en completa libertad en vuelo libre,
en barreno por veinticuatro horas,
quise decir veinticuatro eones de vida a la enésima potencia, de eternidad en eternidad, vestido en colores de fuego en vuelo vertical para perderme en la más altas cimas de los Himalayas .
Ya no tengo nombre.
Si logras encontrarme amor, cállate, y siéntate a mí lado,
y de Ser a Ser, sin palabras de por medio, podrás convertirte en diamante,
en sol,
en mariposa,
o en ave del paraíso,
o en estrella si así lo quieres,
te enseñaré como ser un águila con las alas desplegadas chillando libre,
a todo pulmón en el vacío entre los alto picos nevados,
pero ya estarás en casa,
habrás encontrado a Barba Blanca el Hijo de la amorosa Dios Madre,
la Ternura Plena, esa divinidad que me parió en el viaje por el que canto montado en este poema.